LA PIEL DE LA MEMORIA
Cómo se libera uno de algo sepultado muy adentro: la memoria y la piel de la memoria…, persiste en mí, aún.
Charlotte Delbo
Häftling: He aprendido que soy un Häftling. Mi número es el 174517: hemos sido bautizados y vamos a llevar el tatuaje en nuestro brazo izquierdo hasta nuestra muerte.
…Sólo mucho más tarde, y muy despacio, algunos de nosotros hemos aprendido algo acerca de la ciencia funeraria de los números de Auschwitz, que resumieron las etapas de la destrucción del judaísmo europeo.
Primo Levi
El tatuaje numérico es el significante individual predominante de la Shoah. Esta pequeña parte de la historia de persecución, humillación y deshumanización – no más que una etapa en el proceso nazi del genocidio – se ha tornado en emblema del evento. Posiblemente porque hace permanentemente visible como los prisioneros fueron despojados de sus nombres, sus identidades, sus vidas previas – cómo seres humanos fueron transformados en cifras burocráticas, prisioneros. Sobrevivientes que han elegido conservar el número “hasta su muerte”, lo hacen como testigos de su propia victimización y por aquellos que no han sobrevivido para atestiguar. Quienes viven con el tatuaje de Auschwitz, viven en cuerpos que son recordatorios y desafío. Sus brazos son hitos que alertan contra el peligro del olvido histórico. ¿Pero cómo es el número tatuado visto y recibido?¿Cómo interviene en nuestro presente? ¿Qué significa en momentos en que los tatuajes ornamentales se han convertido en populares formas de exhibición corporal, presentando muy diversos mensajes personales y culturales?
Estos son los interrogantes que Mirta Kupferminc – hija de sobrevivientes de Auschwitz que creció, como dice “abrazada por los brazos numerados de mis padres” – presenta en esta instalación recordatoria. Sus padres no pudieron ocultar el pasado traumático de sus hijas: estaba escrito en su piel. Y así la hija también llegó a vivir en la piel de la memoria.
Pero, con su testimonio artístico, Mirta sale del trauma heredado para provocarnos, como participantes, como co-testigos. Estamos invitados a mirar los dos tipos de tatuaje y reflexionar acerca de las diferencias entre la elección decorativa y la numeración coercitiva. Se nos insta a parar en el correr cotidiano y sentarnos, por un momento, en una silla alada que crea un espacio simbólico de recuerdo y contemplación. Voces nos circundan en un murmullo constante y, si nos detenemos a escuchar, relatos individuales de tatuar y ser tatuado llegan a nuestros oídos.
Y luego, algo más nos es pedido, algo más dificultoso. ¿Debemos extender nuestro brazo, ofrecerlo para ser marcado?¿Recibiremos un diseño decorativo o un número?¿Quién determinará cual y con qué lógica?¿ Y cómo, en el contexto de la memoria de Auschwitz, podemos vivir en un cuerpo que ha sido marcada de éste modo, incluso en forma transitoria?
Aquí la hija artista realiza una osada provocación. Presentando la escena del tatuaje, nos pide a cada uno que evaluemos como habría sido, si hubiéramos estado allí. ¿Es esto empatía? ¿Identificación? ¿Apropiación del trauma del sobreviviente? Quienes respondan a la convocatoria deberán decidir por sí mismos.
Marianne Hirsch & Leo Spitzer